Oye, Israel: El Señor nuestro Dios, El Señor uno es ~Deut. 6:4

La Elección Divina

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Como son elegidos:

"ninguno de los que en verdad han sido “elegidos por Dios” lo han sido por sí mismos, o porque ellos mismos lo hayan pedido. Nunca ha sido tampoco por méritos propios del elegido. La elección ha sido siempre por determinación absoluta del Soberano Dios. Pues Él escoge a quien Él quiere, cuando Él quiere, donde Él quiere, y le da lo que Él quiere.

El ejemplo supremo de lo dicho es la elección de Jacob. Ante los ojos de los que ignoran la soberanía de Dios tal cosa aparecerá como una arbitrariedad, más esto es precisamente lo que Pablo nos previene en el verso 20. Por cierto que cualquier individuo que reclamare ser objeto de la elección Divina[*] en alguna forma diferente, a su debido tiempo el Señor, quien ha dicho “que por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:20), tendrá de dar razón que tal elección no fue de parte de Dios. En tales casos, lo mas común es que la elección ha sido hecha por otros hombres, o que tal individuo se haya elegido a sí mismo"[1]

El "problema" de la Elección Divina:

"La elección auténticamente Divina[*] lleva consigo “un problema”, un estigma doloroso inevitable. Este ha distinguido siempre a Israel como pueblo escogido, y entre el Cristianismo a los fieles elegidos: “Somos estimados como ovejas de matadero” (Sal. 44:22 y Rom. 8:36). A nosotros como Cristianos entre los gentiles, el Señor Jesucristo mismo nos lo anticipa diciendo: “Seréis aborrecidos de todos por causa de Mi Nombre” (Mat. 24:9).

Con éstas, y otras muchas Escrituras más a lo largo de todo el Libro Santo, Dios confirma la existencia de este “problema”. Un problema que en realidad es una bendición disfrazada. Pues mientras el pueblo de Dios milita en este mundo, el Señor ha usado y sigue usando el padecimiento como una marca especial para distinguir a Sus elegidos. (Fil. 1:29)"[2].

Los "atribulados" y los que "atribulan"

"El “problema” aludido implica la existencia de dos clases de gente en el mundo: Por una parte están los que son afligidos, y por la otra están los que causan esa aflicción. Los que son atribulados, y “los que os atribulan” (2da. Tes. 1:5-7). Están los que son vituperados y perseguidos por causa de la justicia Divina, y los que vituperan y persiguen (Mat. 5:11). Están los que aborrecen y maldicen, y los que aman y bendicen, los que causan el problema, y los que lo sufren. Quienes causan siempre “el problema” son los que no temen a Dios, e invariablemente los que lo sufren son los escogidos, los que aman y temen a Dios.

Juan describe la extrema diferencia que existe entre estas dos clases de gente en el mundo cuando en forma cortante dice: “En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo: cualquiera que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios” (1ra. Juan 3:10). Esta declaración está terrible, pues implica vida o muerte. El Cristiano que ésto desestimare demuestra con tal actitud que algo anda mal en su vida espiritual, y que está en peligro de perder el privilegio de su elección[*] o poniendo en duda el que ésta fuere de Dios" [3]


~ Pastor Efraim Valverde Sr.

Referencias

[1] Revista Internacional Maranatha Pg. 9,12. Vol.39 -N0.16- Octubre-2009

[2] Ibid., p-9,12.

[3] Ibid., p-9,12.

[*] Énfasis de nuestroanciano.com



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